¿En qué se diferencia la ética de la moral?
Tradicionalmente, la ética se refería al estudio filosófico de la moralidad, siendo esta última un conjunto más o menos sistemático de creencias, generalmente tenidas en común por un grupo, sobre cómo deberían vivir las personas. La ética también se refería a teorías filosóficas particulares de la moralidad. Más tarde, el término se aplicó a códigos morales o sistemas de valores particulares (y más estrechos). La ética y la moral ahora se usan casi indistintamente en muchos contextos, pero el nombre del estudio filosófico sigue siendo ética.
De acuerdo con este entendimiento, la “ética” se inclina hacia las decisiones basadas en el carácter individual y la comprensión más subjetiva del bien y el mal por parte de los individuos, mientras que la “moral” enfatiza las normas comunitarias o sociales ampliamente compartidas sobre el bien y el mal. Dicho de otra manera, la ética es una evaluación más individual de los valores como relativamente buenos o malos, mientras que la moralidad es una evaluación comunitaria más intersubjetiva de lo que es bueno, correcto o justo para todos.
La relevancia de la distinción se ve cuando preguntas como «¿cómo debo actuar?» ¿Y que debería hacer?» se amplían a la pregunta de Sócrates, “¿cómo debemos vivir?”. Dada la multiplicidad de culturas y tradiciones de la sociedad moderna, que da como resultado un collage moral diverso, sin una sola verdad fácilmente identificable, la gran pregunta moral es, sin duda, «¿cómo debemos vivir juntos?».
Al abordar tal pregunta, la respuesta ética individual puede verse limitada por su egoísmo esencial. Puede restringirse a la propia visión del mundo en lugar de ser inherentemente consciente de la existencia y relevancia de los demás. Dado que el reconocimiento de los demás está implícito en las cuestiones morales, según la distinción hecha anteriormente, las cuestiones morales pueden y deben ser respondidas universalmente. Esto requiere tener un diálogo compartido, precisamente porque estas preguntas tienen que ver con el bien, el derecho y la justicia para todos.
Dicho de otra manera, la toma de decisiones morales traslada la toma de decisiones éticas de una reflexión individualista sobre los imperativos, la utilidad o la virtud, a un espacio social. En ese espacio uno es implícitamente consciente del otro, en el que entendemos desde el principio que necesitamos tener un diálogo. Hay una diferencia entre lo que debería hacer en un dilema ético y lo que deberíamos hacer en un dilema moral.